El río Guadalquivir no muere en su desembocadura; se vuelve salado como la mar y fino como la manzanilla para quedarse por siempre vivo en Sanlúcar de Barrameda. Entre el cobijo del Coto de Doñana y la sombra del Barrio Alto, se abrazan el río Grande y el Océano Atlántico en una de las ciudades más marineras de la costa gaditana. Esta doble condición marítima y fluvial, junto con un legado artístico, histórico y cultural irrepetibles en nuestra geografía, hacen de la llamada “Casa de la Luz” un lugar mágico repleto de tesoros ocultos.

Guía básica de Sanlúcar de Barrameda:

Cómo llegar a Sanlúcar desde Cádiz            

  • La opción más habitual para llegar a Sanlúcar de Barrameda desde Cádiz es hacerlo por carretera, ya que desde hace años no hay servicios ferroviario hasta la ciudad. Por carretera, puede llegarse en coche desde Cádiz, tomando las direcciones Puerto de Santa María o Jerez de la Frontera. También puede llegarse a Sanlúcar desde Cádiz en servicio público, tomando un autobús en la estación del centro de Cádiz.
  • El aeropuerto de Jerez es el más cercano a Sanlúcar de Barrameda, una buena opción si visitamos la ciudad desde lugares lejanos.
  • Desde Sevilla, también se puede llegar en el barco que parte desde la Torre del Oro.

Moverse por Sanlúcar de Barrameda

  • Sanlúcar de Barrameda es una ciudad tranquila. Un tráfico moderado permite recorrer la ciudad en coche sin problema. No obstante, una de las mejores opciones es pasear por la ciudad a pie, sobre todo por la zona céntrica y las playas. Para las zonas más alejadas puede optarse también por los autobuses urbanos.

Un paseo por los misterios de la Casa de la Luz

Sanlúcar de Barrameda ocupa el primer enclave costero al oeste del litoral gaditano. Una típica ciudad de la Andalucía baja en el mejor sentido de la palabra. Pero nada de común tiene este pueblo que le iguale a cualquier otro de la vasta provincia gaditana. La riqueza y variedad de la provincia de Cádiz hacen de su geografía un puzzle de pueblos para todos los gustos, podríamos decir. Desde el encanto húmedo de los pueblos blancos de la sierra gaditana hasta la rejuvenecida punta de Tarifa, Cádiz ofrece una diversidad de enclaves que se completan con la histórica belleza de su capital, y con ciudades tan sorprendentes y completas como Sanlúcar de Barrameda.

La grandeza de Sanlúcar viene de lejos. Fundada en el reino de Tartessos, lo que hoy es Sanlúcar es el resultado del impacto de sucesivas culturas. Cartagineses, romanos y árabes estuvieron presentes en esta ciudad que alcanzó su mayor esplendor en la época imperial. Sucesivos historiadores se han referido a lo largo de los años a un templo fundado por los Tartessos en el lugar que hoy ocupa Sanlúcar de Barrameda. A esto hace referencia el lema “Luciferi Fanun” que luce el escudo de la ciudad y que ratifica los orígenes tartesios de Sanlúcar. Los descubrimientos de las joyas del “Tesoro de Ebora” y del “Tesorillo” en el Monte Algaida contribuyeron a despejar más dudas acerca de una de las culturas más viejas de Occidente.

El citado monte es hoy conocido como el pinar de la Algaida. Situado en la margen izquierda del río Guadalquivir, se encuentra esta verde extensión de terreno que es en realidad una continuación de Doñana en la orilla opuesta y que representa la tradición naturalista en Sanlúcar. Setecientas hectáreas de auténtico paraíso ecológico ocupadas por pinares, lentisco y brezo, sobre todo, en el que podemos hallar fácilmente ejemplares de halcones, águilas y rapaces nocturnos. Practicar senderismo o pasar un día de campo en las zonas habilitadas son algunas de las actividades que se pueden realizar en los pinares de la Algaida, junto a las marismas del Guadalquivir.

San Lucas de Barrameda

De la denominación del lugar sagrado fundado por los Tartessos proviene, muy posiblemente, la denominación actual de Sanlúcar de Barrameda. Las investigaciones apuntan que la cultura popular comenzó a llamar San Lucas a lo que era el Sant Lugar. De hecho fue así como se llamó la villa tras la conquista por las tropas castellanas. El apellido Barrameda es de origen árabe y significa “puerta arenosa”, en honor a la franja de arenas movedizas situadas a la entrada del río.

La arena de las playas sanluqueñas es blanca y fina como corresponde al vértice oeste del litoral gaditano. Tan fina que parece levitar con el soplo del levante y va ocupando lentamente las calles más próximas al mar. No es extraño caminar por el paseo marítimo o las calles cercanas sobre arena de playa, ni ver a los amantes de los remedios naturales envolverse con el fango de las playas sanluqueñas, del que se dice que tiene propiedades curativas como resultado de la unión entre el mar y el río.

Seis kilómetros de playa desde La Jara hasta Bonanza ofrece Sanlúcar de Barrameda, entre los que podemos optar según nuestras inquietudes. Por el nombre de La Jara se conoce al conjunto de calas sanluqueñas más próximos a la localidad de Chipiona. Entre ambos pueblos podemos encontrar otra playa, la de Montijo.

En la zona de La Jara se suceden urbanizaciones compuestas por fincas antiguas y modernos chalés, como la zona conocida como Espíritu Santo. Estas calas y pequeñas playas se están convirtiendo en los últimos años en escenario para la práctica de deportes acuáticos, como el windsurf o el kite surf.

El bienestar climático de Sanlúcar, con temperaturas situadas entre los trece y los veinticinco grados la mayor parte del año, hacen de la ciudad el marco adecuado para la practica de estos deportes durante los doce meses. Pero una de las playas con mayor afluencia de público es la de Las Piletas. Llamada así por los famosos manantiales, a cuyo agua se le atribuía las propiedades curativas, se encuentra cercana al centro y es la que reúne mejores condiciones para el baño y el ocio.

El apellido Barrameda es de origen árabe y significa “puerta arenosa”, en honor a la franja de arenas movedizas situadas a la entrada del río.

La playa de las Piletas se convierte en un improvisado hipódromo en el mes de agosto. Una actividad inédita en nuestro país y que atrae visitantes de todo los lugares. Sin duda una de las estampas más bellas y conocidas de Sanlúcar de Barrameda es la de las carreras de caballos con la bajamar y la puesta de sol de fondo.

La ciudad de Sanlúcar mantiene una estrecha vinculación con la cultura ecuestre. Otra tradición en torno a las carreras estivales es la que se repite cada año, cuando los más pequeños colocan sus improvisados quioscos de “apuestas” en la playa para cumplir con un rito de antaño.

Y es que las playas de Sanlúcar continúan manteniendo las tradiciones de siempre, a las que se van uniendo las últimas tendencias. Sanlúcar sigue siendo el retiro de nostálgicos y amantes de la tradición, al tiempo que se ha convertido en el destino para nuevos visitantes que buscan algo más que un lugar para tomar el sol.

Sanlúcar de Barrameda, puerto de Indias

Otra de las playas más conocidas de Sanlúcar de Barrameda es la de Bajo de Guía. Sus famosos restaurantes junto al mar donde deleitarse con el mejor pescado y marisco de la zona son uno de sus mayores atractivos en la actualidad. Este es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad y el sitio perfecto para presenciar una puesta de sol en playas sanluqueñas.

El Coto de Doñana al fondo, al que se pueden realizar excursiones desde aquí, y el paisaje rodeado de barcas, palmeras y farolas, nos regalarán una estampa inolvidable al atardecer.

Pero el valor histórico del antiguo puerto de Bajo de Guía se remonta siglos atrás, cuando se convirtió en centro de actividad mercantil con las Indias. Fue tras la conquista de Sanlúcar por los ejércitos cristianos, en 1264, cuando comenzó su historia moderna. Y posteriormente, en los siglos X y XI, alcanza su mayor apogeo como centro de contratación bajo el Señorío de los duques de Medina Sidonia. En esta época se instalan en la ciudad un gran número de mercaderes europeos y la ciudad llegó a tener Casa de Contratación incluso antes que Sevilla, lo que convierte a Sanlúcar en Capitanía General del Mar Océano.

La privilegiada situación de Sanlúcar como puerto de entrada o salida de Sevilla favoreció su importancia. Una de las mayores gestas logradas desde Sanlúcar de Barrameda fue la que culminó con la primera vuelta al mundo, y que se recuerda en el Ayuntamiento de la ciudad en un placa conmemorativa en honor a Juan Sebastián Elcano.

En el paseo por Bajo Guía no puede pasarse por alto la visita a la capillita del Carmen. La pequeña capilla marinera junto al mar cuenta con dos advocaciones a la Virgen del Carmen en su interior, y posiblemente es uno de los lugares que mejor reflejan la esencia de la ciudad. La procesión de la Virgen en barca es de seguro un buen pretexto para visitar Sanlúcar de Barrameda el día dieciséis de julio. Una de esas escenas que penetra en el visitante y se quedan para siempre en el recuerdo.

El último enclave marítimo sanluqueño nos lleva hasta la desembocadura del Guadalquivir, esencia y al alma de la ciudad.

Sanlúcar y el río son indisociables y, una vez en este lugar, ya es imposible averiguar dónde acaba el Guadalquivir y comienza el mar, porque el Atlántico, el río y la ciudad se convierten en uno al abrazo de Doñana.

La temperatura en Sanlúcar de Barrameda es agradable, suave. El viento con frecuencia sopla con fuerza considerable. No dejamos de estar en Cádiz. Pero no lo suficientemente fuerte como para que la estancia en la ciudad deje de ser seductora. Siempre es agradable visitar Sanlúcar. Es una de esos lugares que son más que una ciudad, más de lo que aparentan ser a simple vista.

En Sanlúcar de Barrameda no nieva, pero los sanluqueños pueden imaginar con facilidad cómo sería la nieve en su tierra. Muy cerca de Bonanza se encuentran las salinas de San Carlos, donde a veces podemos ver comunidades de flamencos despistados de Doñana. El reflejo de la luz a punto de caer la tarde parece convertir las montañas de sal marina en nieve acumulada junto al mar. El blanco de la sal con el coto de Doñana a sus espaldas conforma una de esas imágenes blanquiverdes de la ciudad que la hacen aún más andaluza.

Cuando baja la marea en Sanlúcar de Barrameda

Las mareas de Sanlúcar son especiales por extremas. Cuando la mar está alta, la playa de las Piletas reduce su extensión considerablemente. Pero cuando baja la marea hay que caminar bastante para llegar hasta la orilla. Otra playa surge cuando baja la marea. Es cuando corren los caballos en agosto. Y cuando se suceden, como antaño, las imágenes de padres y niños recogiendo cangrejos y navajas. El coto se acerca, ya que el agua parece retirarse hacia él desde la orilla sanluqueña.

Hasta el siglo XV el mar ocupaba toda la actual parte baja de Sanlúcar. Hoy la ciudad está dispuesta en dos niveles bien diferenciados, lo que permite perspectivas e imágenes incomparables. La parte alta de Sanlúcar, conocida como el Barrio Alto, está asentada sobre una meseta que se corresponde con la antigua ciudad amurallada y fue declarada conjunto histórico artístico de interés nacional.

El Barrio Alto es añejo. Recoge toda la esencia de la vieja Sanlúcar y desde él se pueden admirar los contrastes de toda la ciudad: los claroscuros de la gran escalera de dos peldaños que es Sanlúcar; los contrastes del mar, el Coto y el río.

La parte baja de la ciudad, la Sanlúcar moderna, comenzó a construirse en los terrenos que se habían ganado al mar después de que se retirarán las aguas. Simbólicamente ha sido la mayor bajada de la marea de la historia de Sanlúcar de Barrameda. Fue en esos terrenos recuperados donde comenzaron a construirse los anchos paseos y avenidas y las nuevas barriadas y zonas residenciales.

La parte alta de la ciudad de Sanlúcar está presidida por el Castillo de Santiago, que defendía el acceso a Sevilla junto con la desaparecida fortaleza del Espíritu Santo y el Castillo de San Salvador, cubierto en gran parte por dunas cerca de Bonanza.

El Castillo de Santiago fue la primera residencia de los duques de Medina Sidonia en la ciudad. Desde él se pueden contemplar algunas de las mejores vistas de la desembocadura del Guadalquivir y el Coto de Doñana. Mirar el resto de la ciudad desde el castillo es todo un lujo para los sentidos. La vista del mar desde el Castillo de Santiago encierra todo un valor histórico, ya que fue el lugar desde el que Isabel de Castilla contempló por primera vez el mar.

Y dicen muchos que no habremos visto el mar, hasta que lo miremos desde el Castillo. Reflejo del espíritu marinero presente en cada rincón es la sirena que preside una de las entradas a la fortaleza, y que se ha convertido en escudo y seña de identidad de este conjunto arquitectónico.

En los aledaños al castillo se sitúan algunas de las bodegas más importantes de Sanlúcar de Barrameda, como las de “Solear” o el edificio histórico presidido por el nombre de “Antonio Barbadillo”. Las bodegas presentan en Sanlúcar una línea similar. De blancas fachadas, prominente altura y tejados a dos aguas, todas de estética similar, siguiendo las necesidades de la crianza del producto, se han convertido en todo un símbolo de la ciudad y uno de los tractivos para los visitantes.

Otra playa surge cuando baja la marea. Es cuando corren los caballos en agosto. Y cuando se suceden, como antaño, las imágenes de padres y niños recogiendo cangrejos y navajas.

Seguramente la mejor opción para dirigirse al castillo sea optar por hacerlo subiendo la Cuesta de Belén. La cuesta de Belén se requiebra en dos ángulos en su más que elevada pendiente. Peraltada y ensolada de grandes cantos rodados supone uno de los lugares más complicados para las cuadrillas que cargan los pasos en Semana Santa, pero sin duda uno de los mejores rincones para contemplar esta fiesta bien arraigada en Sanlúcar.

Antes de llegar a la falda de la cuesta, dejamos a la izquierda la plaza de abastos de la ciudad, uno de los lugares más concurridos a tempranas horas de la mañana y uno de los mercados con más tradición de esta zona de la provincia.

De la cuesta de Belén destacan también las covachas, fachada del antiguo Palacio Ducal cuyo origen aún no se ha podido determinar. Una auténtica obra de orfebrería en piedra de estilo gótico adornadas con sirenas. Mientras subimos la Cuesta de Belén podemos observar los altos maceteros de barro que sostienen los postes a estilo de faroles de plantas. Esta decoración ornamenta muchas plazas y calles del centro de la ciudad.

Al final del primer tramo de la cuesta, en el frente, se sitúa la entrada al complejo de la Iglesia de la Merced, una de las más famosas de Sanlúcar, construida sobre la antigua ermita de Belén. Y justo en su puerta, en la cuesta, un balcón nos regala una vista panorámica de la Sanlúcar baja.

No muy lejos de la subida de la Cuesta de Belén, de camino al Castillo, se encuentra situada la Iglesia de la O, de la que destaca el majestuoso retablo del altar mayor y su funcionalidad a modo de catedral sanluqueña.

Más apartada del centro de la ciudad se halla otra cuesta similar a la de Belén, la cuesta de Capuchinos. Debe su denominación al convento del mismo nombre en el que desemboca. Habría que situarlas una junto a otra para poder comparar sus pendientes.

Sanlúcar de Barrameda sobre el mar

La primera iglesia que se construyó sobre los terrenos ganados al mar fue la de la Trinidad en la plaza de San Roque, que data del siglo XV, tratándose del primer edificio religioso del Barrio Bajo. La calle lateral del templo cuenta con una puerta de reja que suele permanecer abierta y alberga la casa hermandad del la cofradía titular del templo. Sus paredes están repletas de macetas de geranios sobre la blanca pared encalada.

Este callejón tan estrecho permanece siempre entre la sombra de una fachada y el sol de la de enfrente, que alternando la penumbra son un ejemplo de la luminosidad que envuelve a la ciudad de Sanlúcar y le da el nombre de “Casa de la Luz”.

Destaca también la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán, la única de la ciudad construida totalmente con muros de sillería y que alberga en su interior un importante legado artístico. Santo Domingo se encuentra en una zona muy comercial y transitada del centro, entre las típicas calles sanluqueñas de sobresalientes balcones casi a ras de acera, tan tradicionales de la arquitectura local.

De las espaciosas avenidas que se comenzaron a construir en la zona baja hoy destacan el paseo marítimo, llamado Paseo de las Piletas y la Calzada del Ejército. El paseo marítimo fue renovado hace algunos años y ahora presenta un aspecto sencillo y funcional. Es uno de los principales puntos de reunión de los sanluqueños y uno de los lugares predilectos para la práctica deportiva o el paseo, junto con la Calzada.

La espaciosa y larga Calzada del Ejército llega desde la playa hasta el centro del pueblo y cada año alberga la tradicional Feria de la Manzanilla. Además en ella pueden visitarse las bodegas de La Gitana, una de las bodegas con más encanto de Sanlúcar.

Pero, sin duda, destacan la Plaza del Cabildo y la calle Ancha. La Plaza del Cabildo alberga el Ayuntamiento de la ciudad y es uno de los principales lugares de recreo de Sanlúcar. Además en ella se encuentran situados algunos de los centros neurálgicos de la gastronomía de Sanlúcar de Barrameda. Casi de obligado cumplimiento es probar las famosas tortillitas de camarones de “Balbino”, los langostinos de “La Barbiana” o los helados artesanos de “Tony”. La plaza está presidida por una gran fuente en el centro flanqueada por conjuntos de barriles recordando el más típico producto sanluqueño.

El milagro de la manzanilla de Sanlúcar de Barrameda

Sanlúcar de Barrameda es una ciudad de tradiciones. La Feria de la Manzanilla que se celebra en el mes de mayo y las carreras de caballo de agosto son algunas de las más significativas. Aunque también otras fiestas, como la taurina, tienen mucho arraigo en la ciudad. La plaza de toros de Sanlúcar no tiene ningún desperdicio. Desde la cuesta cercana se puede divisar desde arriba junto con una bellísima vista panorámica de la ciudad. Pero sin duda, el mayor exponente de la cultura sanluqueña es la Manzanilla.

Nunca debe sacarse la Manzanilla de su tierra, al menos si quiere conservarse su sabor, su aroma, y su esencia intactos.

La Manzanilla pertenece a la denominación de origen “Jerez-Xeres-Sherry” y “Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda” y se cría exclusivamente en la ciudad de Sanlúcar y con uva procedente de sus viñedos. La Manzanilla hay que consumirla en Sanlúcar. Con moderación. Y con deleite. Es conveniente venerarla y recrearse en su aroma, porque no hay otro lugar en el mundo donde hacerlo.

Dicen que la Manzanilla tiene tres tipos de olores: olores primarios que recibimos directamente; olores secundarios que emanan al agitar la copa, y olores terciarios que nacen del reposo del catavino. Es uno de esos vinos denominados “finos”, ligero en apariencia y color; el más fino de todos los vinos.

El clima exclusivo de Sanlúcar de Barrameda, con la humedad y temperatura perfectas, la variedad selecta de viñedos sanluqueños, las condiciones de la bodega y, cómo no, el saber humano que el sanluqueño ha ido acumulando  y transmitiendo a lo largo de los siglos, hacen que sea en Sanlúcar en el único lugar del mundo donde pueda darse el milagro de la crianza de la manzanilla. Estos factores parecen ser la explicación de ese milagro. Pero aún queda otro enigma por despejar. Saber por qué nunca debe sacarse la Manzanilla de su tierra, al menos si quiere conservarse su sabor, su aroma, y su esencia intactos. La manzanilla es de Sanlúcar lo mismo que el Guadalquivir. De Barrameda.

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