Como una matrioska, una musa dentro de otra musa. Eso es La caleta.

A vista de fenicio, un canal de entrada perfecto para sus embarcaciones, puerto natural para romanos y cartagineses. Una zona de fondeo cuando hay levantito, o viento del sur, para los habitantes del mar. Un retiro para poetas incapaces de encontrar la inspiración entre cuatro paredes. La Caleta es un jardín salado de piedras y barcas, piedras con nombres, la “reonda”, la tortuguita, los erizos… igual que sus barcas, también con sus nombres pintados a mano. Aquí en La Caleta todo tiene un nombre, quizás por el afán de humanizarla que tiene el gaditano, de hacerla suya, madre y amante; musa y compañera. San Sebastián y Santa Catalina, otros dos nombres para dos castillos, jueces de sus mareas y testigos de sus tempestades. Vigilantes mudos de un balneario, el de la Palma.

Piezas de un puzle llamado Caleta, una playa con puerta que siempre está abierta, con su arco de piedra ostionera. Un paseo para el escritor de Las mil y una noches de Hortensia Romero, una peña flamenca, el busto de un poeta que cambió el Carnaval. Y siempre envuelta entre olas inquietas que atraviesan sin prisa el puente Canal.

Son muchos los autores de carnaval, escritores, pintores, músicos… que han descrito de mil maneras este rinconcito del paraíso pero, no se deje engañar, porque no hay palabras ni pinceladas, ni notas, que puedan describirla de verdad.

La Caleta es como ella quiera ser, unos días de mal humor porque le sopla el levante y, a la mañana siguiente, coqueteando con el poniente. Hay noches que deja que la luna se vuelva de plata en sus aguas y otras que solo la visitan sus caballas. Ella es musa y lo sabe, pero ni es de nadie ni está tan quieta. Que, aunque tenga 3000 años, sabe más por pirata que por vieja.

Es la playa que refleja el latir de la ciudad, la forma de ser de sus gentes, el patio de recreo para los viñeros, un salón de bingo en una tarde de verano, una balaustrada de bocas abiertas cuando la contemplan por primera vez. Es la playa de los gaditanos que tienen su frontera en Puerta Tierra, la playa de Cádiz aunque diga que no tiene dueña. Una musa dentro de otra musa y, sin embargo, nunca se pelean.

Si Gades fue una diosa, su templo debió de llamarse Caleta.

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Aquí tienes algunas fotos espectaculares de puesta de sol en Cádiz y en La Caleta en este post sobre un magnífico tour por Cádiz al atardecer.

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