Objetivo 1: no perder nunca de vista al del paraguas rojo. Las 8:00 a.m.: en el reloj de San Juan de Dios y ni un pionono en lo alto. Las 8:02 a.m.: y la Catedral nos muestra sus puertas. Escalera, giro, escalera, giro, más escaleras y de momento… toda tú. 360 grados de tu piel, torreones y barcas, escolleras y azoteas, ¡ay! tus azoteas, siempre quietas pero llenas de ti. Un pendón de ropa “tendía” y al final de ti, el mar. Da igual que te puedan ver del revés que terminarán siempre en el mar.

Las 9:00 a.m.: Compañía se hace calle con Arbolí a su izquierda para terminar siendo placita, la de las Flores, Correos, el “mercao” y, claro, el Melli. Un disco de Don Antonio para el niño que, aunque es alemán se quedó enganchado a las comparsitas cuando vino de Erasmus el año pasado. Olorcito a churros y Cruz Verde, o la plaza del niño de San Vicente, y al fondo las barcas, el sol, Caleta, mar y cielo. Y de nuevo tú, pero esta vez entre dos castillos. Una historia de amor templaria, un puerto fenicio, un brazo de ti que se agarra a las olas, un lugar para escribir, para pintar, para quedarse quieto y no hacer nada.

11:00 a.m.: El paraguas rojo sigue su camino y lo seguimos cual peregrinos hasta un templo que no es un templo, pero que tiene religión y muchos devotos que se distinguen del resto por llevar dos coloretes en la cara. Si los ve, bríndenle su reverencia que, a cambio, pueden llevarse una copla de mostrador. 11:30 a.m., y de vuelta al mar por la Alameda. Y venga escolleras, y el paraguas rojo que no cesa y el sol calienta y la piel se quema, un baluarte, Candelaria, y al fondo cañones que ya no son de guerra, troneras y más troneras. Y siempre de espaldas a la Caleta.

Las 12:00 a.m. y ante nosotros la Pepa, que aquí no es mujer aunque monumento parezca de igual grandeza, siempre acompañada de palomas que pelean contra gaviotas por las mismas miserias. La reja, 10 metros más para allá, y al muelle de vuelta que a las doce y media nos esperan en cubierta. Menos mal que el paraguas se sabia bien el camino. Las 13:00 p.m.: disfruten de su bufet

Las 13:30 p.m.: y ahora es cuando Cádiz despierta y usted se lo va a perder. Disfrute de su bufet mientras las calles huelen a choco frito, a adobo, a caballa aliñá, chicharrones del Manteca, a payoyo en el Mercado, a manzanilla y vino de Jerez en la Sorpresa. Disfrute del aquagym en proa mientras las mojarras lo hacen en Santa María. ¡Oh Capitán, mi capitán! pero no el del crucero… que la mar es es para navegar y las calles de Cádiz para perderse, aunque al final de cada calle siempre nos encuentre el mar.