Penas pa’ parar un tren. Era el inicio del pasodoble encadenado de Los Templarios, la comparsa con la que Antonio Martínez Ares se hizo con el tercer premio del COAC 1999.

Lo cierto es que actualmente el Campo del Sur luce esplendoroso y lleno de vida. Este peculiar paseo marítimo, sin playa de arena, es uno de los lugares más frecuentados de Cádiz. Paralelo al oceáno Atlántico y a unos metros sobre el nivel de mar, el Campo del Sur es quien nos regala la imagen del perfil de la ciudad.

Tiene el privilegio de albergar la trasera de la Catedral, el Teatro romano, y una vista majestuosa del Cádiz nuevo y las playas de Santa María y la Victoria.

Sus bloques de piedra defienden a Cádiz de los envites del mar, y son refugio de pescadores y meditadores. Y de una buena camada de gatos callejeros que son también entretenimiento de turistas y viandantes.

En los días de mar de fondo o tormenta, el romper de las olas se convierte en todo un espectáculo en el Campo del Sur. En los días de sol y cielo despejado, que en Cádiz son la mayoría, desearás quedarte a vivir para siempre mirando al mar desde el Campo del Sur.

El Campo del Sur y el malecón de la Habana

Del Campo del Sur se ha dicho mucho, pero quizás lo más mundialmente conocido ha sido el reconocimiento de su parecido con la Habana. “La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz la Habana con más salero”. No mentía Carlos Cano cuando afirmaba que desde su ventana de Cuba podía contemplar la tacita. Y es que la relación de la ciudad de Cádiz con la América colonial española está patente en las casas de colores que contrastan con el blanco y la piedra ostionera de la mayoría de las calles de Cádiz.

Hoy, casi todas las casas del Campo del Sur lucen en buen estado. Y, además, recién estrena el carril bici de la discordia. Ese que ha sido motivo de enfado de los gaditanos por lo molesto de las obras y lo escaso de las plazas del aparcamiento con las que estaba acabando.

Otra de las cosas bonitas del Campo del Sur es la ausencia de demasiados bares o comercios. La acera de enfrente del paseo cuenta con apenas un par de cafeterías (de enclave difícilmente inigualables, por cierto) y algunos comercios para locales lejos de los intereses del turista. Pero no encontrarás aquí tiendas “modernas”, souvenirs, ni restaurantes con menús.

El Campo del Sur es para pasearlo, disfrutarlo, fotografiarlo y respirarlo.

Por cierto, el pasodoble terminaba diciendo “Sur eres tú, tú siempre tú. Tú me tienes encadenao“.

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